Pasé el último día buscando respuestas sin esperar encontrarlas, jugando mi suerte sin saber el destino, dando gritos para ver quién respondía, pero... me di cuenta de que yo era la única que podía responder a las preguntas que me hacía y a los gritos que daba.
Busqué felicidad donde no la había y comprendí que la felicidad era un trayecto y no un destino, que surge sin más y que no hay que buscarlo porque si así fuera me pararía en detalles no dignos de analizar, pequeños contratiempos que hacen desesperar, obsesiones que hacen pensar... y no, ahí no estaba lo que yo tanto ansiaba,
Intenté comprender el comportamiento que navega en el aire y supe que no había forma de entender tal hecho, aunque en este largo caminar me dí cuenta de lo que realmente valía... los pequeños detalles del día a día, y si eso no está no queda nada que buscar.
Uhm, soy de esas que no creen en la felicidad, pero me gusta lo indefinido...
ResponderEliminarTe sigo, :).
No creer en lo que se espera
ResponderEliminarhace áspero el camino
e inutil la carrera
Caminar, caminar, como adivinas,
es lo que importa,
despacio, recreandote
el las sorpresas del camino
riendote de los tropiezos,
saludando a los desconocidos
dejándolos asombrados....